YANACOCHA, UNA MINERA AL FRESCO
Por GUSTAVO ESPINOZA M. (*)
La minera Yanacocha, que opera en el norte peruano, en la región de Cajamarca, es la empresa número uno en América Latina. Su accionista principal, la Newmont, ha sido reconocida sin discusión como la mayor empresa minera del mundo.
Ambos elementos podrían ser suficientes para garantizar una inversión limpia y un claro aporte al desarrollo, sobre todo en una región en la que opera, donde no obstante, la miseria afecta severamente a casi el 70% de la población que habita la zona.
Algunos datos ciertamente recientes nos permiten tener una idea más clara de la incidencia de esta corporación, y del modo cómo explota la riqueza nacional en beneficio propio y de otros consorcios que nada tienen que ver con los intereses de nuestro pueblo.
Según las informaciones de los organismos especializados, las utilidades de la empresa minera Yanacocha crecieron en el 2008 en un 115%. Sólo la producción minera se incrementó en un 16%. Subió de 1.5 millones de onzas de oro del año 2007, a 1.8 millones en el periodo más reciente.
Otra de sus accionistas, la Compañía Minera Buenaventura, que posee el 43.65% del accionariado de Yanacocha, tuvo ganancias netas por valor de 476.5 millones de dólares, superando largamente los 221.5 millones del año anterior.
¿Cuáles han sido las razones de este floreciente crecimiento empresarial que ha alegrado tanto a las autoridades de nuestro país y que las ha inducido a exaltar hasta el paroxismo el “papel” de la inversión extranjera y la importancia de los contratos privados para la explotación de la minería?
Por un lado, los altos precios del oro en el mercado mundial, que hoy se cotizan por encima de los 900 dólares la onza y que a fines del 2009 llegarán hasta los mil.
Pero por otro, el tipo de “facilidades” que encontró la empresa para operar en el Perú en términos de alta rentabilidad.
Y aquí confluyeron dos factores.
El primero, tuvo que ver con el hecho que la empresa no pagó un centavo por sobre utilidades.
El impuesto a las “sobre ganancias” que Barack Obama busca aplicar en su país a los grandes consorcios en etapas de bonanza, no existe ni funciona en nuestro país porque la administración García considera que “desalienta” la inversión foránea y “ahuyenta” al capital. El Mandatario peruano prefiere entonces mendigar, y recurrir a “la buena voluntad” para inducirlos a “contribuir al desarrollo” sin ver afectadas en sus ganancias.
Aquí se creó entonces una suerte de “óbolo voluntario”, que las mineras se comprometieron a pagar a cambio de que no se cree una obligación tributaria.
No obstante, y pese a que, en efecto, ella no fue creada, las unidades productivas del sector no cumplieron con abonar al Estado la suma comprometida, y que bordea los 500 millones de dólares, una cifra ínfima si se tiene en cuenta el volumen de las ganancias del sector.
El segundo factor tiene que ver con que la empresa minera Yanacocha no atendió las demandas de sus trabajadores.
No resolvió el Pliego de Reclamos, no otorgó incrementos salariales ni estableció mejores condiciones laborales. Antes bien, redujo el número de trabajadores en su planilla directa y las de de sus “empresas de servicio”, herramienta que le sirven para eludir formalidades contractuales.
Gracias a ambos elementos, la empresa minera Yanacocha no vio crecer tampoco el “peso” de su planilla ni tuvo incrementos en sus gastos de producción.
Lo que obtuvo, fueron ganancias netas para los propietarios que hoy se desgañitan proclamando las “bondades” de la política de inversiones del gobierno aprista.
Lo curioso es que mientras esto ocurre en el nivel empresarial, la pobreza crece peligrosamente en la región. Como lo señala el economista Iván Salas Rodríguez, Cajamarca, era hasta hace diez años el cuarto más pobre departamento del país. Hoy, es el segundo. Y es el tercero en desnutrición, que alcanza niveles hasta de un 85% en las regiones más deprimidas, con un 24% de tuberculosis.
Si era habitual hablar del “Trapecio Andino” para aludir a la región más deprimida del país, hoy puede hablarse de otra región, que cubre la sierra de Piura. Cajamarca y Amazonas - zona fronteriza, por lo demás- donde la miseria crece de modo galopante.
El tema de la conducta de la empresa Yanacocha ha sido tan clamoroso, que ha ameritado incluso audiencias especiales con la participación del Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional.
En ellas, la empresa ha debido responder por la contaminación de las aguas, el envenenamiento de los cultivos y el ambiente, los daños a la ecología y por las brutales condiciones laborales con las que obliga a sus obreros a trabajar hasta 12 horas consecutivas por un salario miserable.
Recientemente, además, la empresa fue denunciada de modo fehaciente y documentado, por el uso de grupos paramilitares y el manejo de empresas de amedrentamiento y espionaje - como Forza- ligadas a los servicios secretos del Estado y a otros entes de “inteligencia”, con cuya ayuda pudo secuestrar y mantener en calidad de rehenes a varios dirigentes sindicales y a pobladores de la región a los que sometió a medioevales prácticas de tortura.
El caso, que aún está pendiente de investigación ante las autoridades peruanas, hizo semejar al trato que reciben prisioneros de diversos países en el Centro Clandestino de Reclusión que funciona en la Base Naval de Guantánamo, ideado por las autoridades del gobierno de los Estados Unidos.
En este marco, los panegiristas de la “inversión privada” debieran toma en cuenta los procedimientos y prácticas que sacan al fresco a una empresa sobre explotadora.
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. http://nuestra- bandera.com
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